Es nuestra obligación como padres hacer que nuestros hijos crezcan con un objetivo muy importante en mente: ser independientes en lo económico.
Ellos necesitan hacerse responsables de sí mismos, lo más temprano que les sea posible. En Estados Unidos, esto suele suceder al momento en que los jóvenes comienzan a estudiar la universidad. En cambio, en los países de habla hispana, los hijos adultos no quieren independizarse. Están demasiado cómodos en la casa de los padres. Allí tienen un dónde dormir, servicios de vivienda gratuitos, comida cálida y sin costo… Lo más grave es que no sólo quieren seguir viviendo con los padres, sino que quieren seguir viviendo de los padres.
No está mal compartir casa. Existen situaciones económicas difíciles por las que, muchas veces, los hijos se ven obligados a vivir con sus padres. Lo que está mal es que no sean financieramente maduros.
¿Por qué es importante sembrar el paradigma de la Independencia financiera temprana en nuestros hijos? La dependencia económica hace que los hijos adultos se sigan sintiendo adolescentes y retarden la llegada a la madurez. Esta situación juega en contra del futuro de todos: los padres gastarán en los “treintañeros” parte de los fondos que deberían acumular para su retiro y los hijos, al no ser exigidos económicamente, pasarán parte de su edad más productiva sin aprender a responsabilizarse de sus propias finanzas.
Los padres consentidores —ya ancianos— se convertirán en una carga para el Estado por no haber acumulado fondos para su retiro. Entonces, todo el mundo pierde en esta ecuación. La relación económica padre–hijo es muy diferente a la de hijo–padre; mientras que los padres están dispuestos a sacrificarse para dar lo mejor a sus hijos, no existe reciprocidad del otro lado.
Esto, en parte, es nuestra culpa. Por tradición y por cultura somos padres consentidores que no se preocupan por sembrar el paradigma de la Independencia financiera temprana en los hijos. Es necesario cambiar esta tradición poco a poco, por el bien de todos: hijos, padres y sociedad en general.
Si ya tenemos hijos “treintañeros” en casa, es necesario cambiar esa situación, si así lo deseamos. Hay que comenzar por inculcarles que, aunque sigan viviendo bajo el mismo techo, empiecen a ser económicamente independientes. Deberían contribuir con los gastos del hogar, ser responsables por el mantenimiento de la casa y estar dispuestos a colaborar económicamente para resolver emergencias inesperadas. Es aceptable que vivan con los padres, pero no de los padres…
Entonces, hay que enseñarles a nuestros hijos a ser financieramente independientes lo antes posible. ¡El éxito económico en sus vidas depende de ello!