Andrés Panasiuk

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La vida gira entorno a prioridades. Somos el resultado de las decisiones que tomamos. Estas reflejan y determinan nuestras prioridades.

Muchos experimentan sus primeras crisis de prioridades en la adolescencia. Cuando los deseos se juntan con las responsabilidades y no se sabe qué camino tomar. El tiempo parece no alcanzar. Sin embargo, al llegar a la adultez descubrimos que la vida está llena de decisiones difíciles. 

Si aprendemos a a colocar cada prioridad en su lugar, será más fácil tomar decisiones difíciles. Dicen que, para identificar nuestras verdaderas prioridades, basta dar una mirada a nuestra agenda y a nuestra chequera. La forma en que gastamos el tiempo y el dinero indican lo que creemos verdaderamente importante. “Nuestra manera de manejar los recursos que tenemos son la expresión externa de una condición espiritual interna”, como diría el Dr. Larry Burkett, educador financiero en Estados Unidos.

La vida nos concede diferentes cantidades de dinero. Pero lo que cada persona tiene por igual son las veinticuatro horas del día. Por lo tanto, la administración del tiempo se transforma en una cuestión de prioridades. Cambia de persona en persona. 

Establecer nuestras prioridades, y administrar nuestro tiempo de acuerdo con ellas, es esencial en la toma de decisiones difíciles. Por ejemplo, un club de música nacionalmente conocido en una capital latinoamericana cerró recientemente. No porque fuera un fracaso, sino porque su propietario decidió que ya era tiempo de comenzar a pasar las noches en casa con su familia. Como esta era su prioridad absoluta, reajustar los horarios en ese próspero negocio fue una decisión relativamente fácil.

El desafío de establecer y mantener prioridades es un ejercicio continuo, algo que dura toda la vida. Evaluemos constantemente lo que hacemos, decidamos si todavía es importante que continuemos con ello. Puede que algunas cosas que te parecían muy importantes años atrás, hoy no lo sean. 

Es probable que un hombre casado ya no salga tanto con amigos o que no vaya a la playa ni al cine con frecuencia. Aunque ninguna de estas sea mala, puede que haya decidido hacer otras cosas que encuentre más importantes. Por ejemplo: pasar tiempo de calidad con su esposa, participar en la escuela de sus hijos, estar en casa y leer…

Una vez establecidas nuestras prioridades, decidir si leeremos, iremos al cine o nos quedaremos en casa con nuestra pareja es fácil. Recuerda que todo se trata de elecciones en torno a lo que consideramos realmente importante. ¡Dedicarle tiempo y recursos a lo que se disfruta es una gran satisfacción!

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