Andrés Panasiuk

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Muchos en el continente se preguntan qué es eso de los “planes a largo plazo”. Estamos tan acostumbrados a vivir el día a día, financieramente hablando, que nos olvidamos de planear para el futuro. Lo cierto es que los planes a largo plazo son los que hacemos mirando nuestra vida como un todo. Son planes que comenzaremos hoy y que se extenderán hasta el final de nuestros días.

En la planificación de metas a largo plazo, lo primero que debemos hacer es determinar cuáles son las metas que deseamos alcanzar. Antes de salir del puerto es fundamental que sepamos a dónde queremos llegar. Los latinoamericanos no estamos acostumbramos a planear con veinte o treinta años de anticipación. No obstante, debemos hacerlo porque la nueva economía de mercado y el proceso de globalización lo demandan. La siguiente historia te ayudará a poner tu vida en perspectiva y a tomar algunas decisiones a largo plazo…

Imagina que caminas por la calle y que, de pronto, notas que a tu derecha hay una iglesia. Parece ser domingo porque hay muchos autos estacionados en la puerta y hay mucha gente ingresando. Decides entrar. Cuando lo haces, te das cuenta de que esa gente no está allí porque sea domingo, sino que están llevando a cabo un funeral. Te preguntas si seguir adelante o no, pero al final entras. Te das cuenta de que el féretro está en el centro de la capilla, al final del pasillo por el que entraste. Por curiosidad, sigues a la gente hasta el frente. Te acercas al ataúd y miras. Luego, reconoces inmediatamente al muerto: tú.

Es tu funeral. Entonces te das cuenta de que la gente alrededor son familiares y amigos. Te sientas en la primera banca. Cuando lo haces, pasa al frente un joven que se para junto al féretro. Está a punto de decir algunas palabras, eras su padre. ¿Qué quieres que diga? Reflexiona: ¿qué quieres que tus hijos digan sobre ti el día de tu entierro? Ese es tu puerto de llegada.  Esa es una meta a largo plazo.

Una vez que hayas detectado tus metas, pasa a la planificación. El segundo punto es responder cuáles son tus sueños.  ¿Qué cosas materiales te gustaría disfrutar antes de partir de este mundo?  Es importante que junto con tu cónyuge (si tienes) se sienten y acuerden lo siguiente: ¿cuánto es suficiente para ambos?, ¿con qué han soñado siempre? Algunos dirían, por ejemplo, tener un techo que los albergue, alimento, ropa, escuela para sus hijos, educación personal, ahorros para la jubilación y/o vacaciones regulares…  ¿Cuánto es suficiente para ustedes?

Cuando hayan hecho una lista con todos sus sueños (alcanzables), entonces habrán determinado sus metas a largo plazo.  Así mismo, sabrán cuál debería ser su “límite” de estatus social. Aunque muchos vivan sin preguntárselo.

Los gurús del materialismo nos llevan a satisfacer nuestros deseos personales con objetos. Quieren que corramos detrás de las compras hasta el último minuto de nuestra vida, pero esto no trae plenitud por completo. Hay cosas más importantes en la vida que la acumulación de bienes materiales.  

Creemos que las personas deberían tener otro tipo de metas, más satisfactorias que una suma de dinero en el banco o vacaciones en algún lugar exótico.  Te instamos a convertir tus sueños en límites y, una vez cumplidos, a invertir tu tiempo, talento y tesoro en cosas que sean mucho más trascendentales.

Cuando le preguntaron a Rockefeller (siendo el hombre más rico del mundo) cuánto era suficiente para él, contestó: “un poquito más”.  Ese es el “síndrome de ‘un poquito más’”, una seria enfermedad del alma contraria al contentamiento.

Recuerda, el dinero nunca satisface. Debemos aprender a eliminar el síndrome de un poquito más escribiendo nuestros sueños en un papel. Una vez que los hayamos cumplido, será más gratificante dedicar nuestras vidas al cumplimiento de los sueños de los demás.  Ese es un plan a largo plazo muy bien balanceado.

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