Otra forma de llamarle a la prosperidad integral es vida abundante. Esta no depende exclusivamente de nuestra capacidad económica. Depende de la manera en que elegimos vivir cada día y se relaciona más a una actitud del corazón que al estado de una cuenta bancaria.
Recuerdo la historia de Carlos y José, dos amigos leñadores que se encontraron en el bosque una mañana. Carlos le dijo a su compañero:
—Oye, José, ¿por qué no vemos quién puede cortar más leña en un día?
—¡Magnífico! —respondió su amigo—. ¿Cómo lo hacemos?
—Bueno, las reglas son sencillas: trabajamos cada hora cuarenta y cinco minutos y descansamos quince. Nos tomamos un tiempo para comer al mediodía y hacemos lo mismo por la tarde. Al final de las ocho horas de trabajo, vemos quién ha cortado más leña, ¿qué te parece?
—¡Me parece estupendo! —dijo José inocentemente y se fue a trabajar.
Sin embargo, cuando el astuto Carlos comenzó a cortar leña se le ocurrió una interesante idea. Pensó: ¿Por qué, en vez de trabajar cuarenta y cinco minutos y descansar quince, no trabajo los sesenta minutos corridos durante todo el día? De esa manera, cortaré mucha más leña que José y lo sorprenderé al final del día…
La mañana y la tarde pasaron rápidamente mientras los leñadores trabajaban muy duro para ganar la competencia. Cuando llegó el final del día, ambos amigos se juntaron en un claro del bosque para comparar el resultado de su labor. Primero fueron a ver el montón de leña cortada por el sagaz de Carlos, quien sorprendió a José con una cantidad grandísima de leña cortada.
—¡Increíble! —dijo José humildemente—. Parece que estuviste bastante ocupado.
Carlos asintió con la falsa humildad de ganador. Sin embargo, cuando fueron a ver la cantidad de leña cortada por José, Carlos casi se cae de espaldas. ¡Su contrincante había cortado casi el doble de lo que él había hecho en todo el día de trabajo!
—Pero… ¿cómo puede ser?… ¡no es posible! —gritó Carlos bastante consternado—.
¿Cómo puede ser que haya cortado más leña que yo? Se preguntaba con una incredulidad que le llegaba a lo profundo del alma.
—¿Cómo es posible que hayas cortado más leña si en vez de trabajar cuarenta y cinco minutos y descansar quince, trabajé los sesenta minutos de cada hora durante todo el día? —admitió el culpable.
El buen José quedó un tanto pensativo frente a la sorprendente confesión de su amigo. Luego respondió:
—La verdad es que no sé cómo corté más leña que tú. Lo único que sí recuerdo es que cada vez que me detenía a descansar por quince minutos, ¡tomaba tiempo para afilar el hacha!
¡Cuántos de nosotros creemos que llegaremos mucho más lejos en la vida simplemente si trabajamos más! Eso no es verdad… uno siempre debe tomar tiempo en la vida para “afilar el hacha”.
Si tú no creces, tu familia no crece, tu negocio no crece, la gente de tu entorno no crece…
Parafraseando a John Maxwell: Si quisieras ser exitoso/a…
- toma tiempo para aprender grandes verdades
- toma tiempo para estudiar grandes conceptos
- toma tiempo para leer grandes autores
- toma tiempo para hablar con grandes hombres
- toma tiempo para visitar grandes lugares
- toma tiempo para inspirarte y desarrollarte
Estos consejos son una forma eficiente para “afilar tu hacha”. Esfuérzate y trabaja duro, pero también enfócate en las cosas más importantes de la vida. Solo así alcanzarás la prosperidad integral.