Andrés Panasiuk

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En la senda del éxito, las caídas y los errores te forman o te destrozan. En realidad, no es el error lo que cuenta, sino la manera en que respondes a él. ¿Cómo has reaccionado tú a los fracasos en el pasado?

Responder apropiadamente a las caídas requiere, por un lado, una sincera evaluación personal para entender las causas que condujeron al error. Por el otro, exige humildad y tenacidad para aprender la lección recibida de los errores. Además, hay que realizar los cambios necesarios, ponerse de pie, sacudirse el polvo de la ropa y continuar avanzando.

Los errores no suelen ser eventos aislados en la vida. Estos no ocurren simplemente “por arte de magia”. Son el resultado de un proceso que nos llevó hasta esa situación.

Si quieres una evaluación del porqué cometiste algún error, pregúntale a tu cónyuge. Generalmente el esposo o la esposa tienen una perspectiva mucho más neutral de las cosas que uno debería mejorar.

Escribe un diario. Toma notas. Reflexiona sobre el día que ha pasado y desarrolla tu plan de acción para el día que viene por delante. Aprende de los errores de los demás, pues nunca vivirás lo suficiente como para cometer todos los errores necesarios para aprender a caminar exitosamente día tras día.

Convierte tus desaciertos en tus mejores amigos. Toma tiempo para estudiarlos, invierte esfuerzo en comprenderlos. ¡Aprende de ellos!

Sydney Harris escribió: “Un ganador es aquel que sabe cuánto le queda por aprender, aún cuando los demás le consideren un experto. Un perdedor quiere que los demás lo consideren un experto, aún antes de haber aprendido lo suficiente como para entender lo poco que sabe”.

Permíteme darte una recomendación personal: busca algunas amistades de mucha confianza (dos a cinco personas, todos del mismo sexo) y establece un equipo de autoevaluación al cual puedas rendir cuentas por los actos de tu vida. Por tus logros y por tus fallas. Por tus áreas fuertes y por tus áreas débiles. Personas a las rindas cuentas de tus actos y de quienes recibas consejo.

Tengo un par de amigos con los que me reúno con cierta regularidad y a quienes he dado permiso para que me hagan preguntas que apuntan a fortalecer mi vida laboral, familiar y personal. Preguntas como estas:

  • ¿Has dado lo mejor de ti esta semana y has hecho cada tarea con excelencia?
  • ¿Has hecho algo que podría dañar tu reputación?
  • ¿Has estado en alguna situación comprometedora con alguien del sexo opuesto?
  • ¿Has pasado cantidad y calidad de tiempo suficiente con tu esposo/a y tus hijos?
  • ¿Te has comportado de una manera íntegra e irreprochable delante de Dios y de los hombres?

El ser responsable delante de alguien por el desarrollo de nuestra vida y nuestro carácter ayuda tremendamente a enfocar nuestra atención y nuestra energía en fortalecer áreas flojas en nuestra personalidad. También previene problemas de carácter en el futuro. Busca a alguien que sea tu mentor, pero asegúrate que sea alguien que haya salido triunfante, a pesar de haber pasado por errores y caídas en su vida o en su empresa.

Leí en algún lugar estas recomendaciones y quise compartírtelas:

  • Toma unos minutos cada día para evaluar tu vida.
  • Toma un día doce veces al año para evaluar tu mes.
  • Toma una semana del año para reflexionar en el pasado y mirar hacia el futuro.
  • Toma un tiempo cada día para arreglar tus cuentas con Dios.

 Mírate con honestidad, cuestiónate con liberalidad, arrepiéntete con integridad y cambia con humildad y valentía las cosas que necesites cambiar en tu paso diario por el sendero de la vida.

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